viernes
Fin y principio
a Claudia y a mis hijos, ardiente paciencia
a Osvaldo y a José David, hermanos
a Roberto Z.
Viajero: si navegando por la red has llegado hasta aquí te recomiendo empezar la lectura desde la primera de las 68 entradas. A tu derecha se encuentra la barra de navegación: en junio, ahí está la entrega inicial 'Aún no iniciaba la primavera...'. Para ir leyendo de manera cronológica basta con hacer click en 'Entrada más reciente' en la parte inferior izquierda de cada post.
Bienvenido al diario de la estación más larga e intensa de este año.
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Colofón
¿Qué sentí esa noche cuando en uno de los monitores de la sala de prensa del PRI el consejero presidente del IFE dio a conocer, con un porcentaje mínimo de casillas computadas, que el ganador era Enrique Peña Nieto? Aún no lo sé del todo. En cuanto el gris funcionario dio la noticia, que para algunos no iba a ser noticia aunque no de una manera tan inmediata, los reporteros pagados aplaudieron y de inmediato mandaron nota a sus portales y apuntaron vivas en sus páginas de Facebook.
Yo, que nunca había vivido una campaña presidencial y que vi de lo que se trataba la del candidato del PRI, de lo que él estaba hecho, me sumí en un extraño desasosiego. Su aburrido festejo ahí en el CEN, sin las fuerzas vivas de antaño y sin tumultos de celebración genuina a las afueras del partido, eran tan sólo la confirmación de que aquel triunfo, de aquella restauración, no era de muchos sino de unos cuantos.
Nací en el ocaso del sexenio del asesino de Echeverría. Viví en el limbo de los primeros años mientras López Portillo se creyó emperador, actuó como tal y cerró su sexenio de la manera más patética de la que se tenga registro en años recientes. Supe de De la Madrid hasta que la cámaras de televisión lo grabaron caminando atónito por entre las ruinas del terremoto de la Ciudad de México, y de alguna manera me despertó simpatía la figura de Salinas de Gortari pasando las vacaciones de Semana Santa en Agualeguas. La historia, de nuevo, haría el resto.
Vista como el arte de hacer acuerdos en beneficio de una comunidad, la política es maravillosa. En los servicios que uno puede prestar a la patria, aspirar a gobernar y luego hacerlo con ética, honestidad, imaginación y decoro son altas oportunidades para un individuo. Para su historia y la de los suyos.
En México, como en muchos países, la política tiene uno de sus momentos más emblemáticos en las campañas electorales. Como es una campaña, se piensa, será un gobierno. Tal como es el candidato, se cree, será el gobernante. La Historia dice, sin embargo, que esto casi nunca es así. El candidato, hecho gobernante, cambia. Una campaña es un montaje, una escenografía en la que transita una galería de personajes que, no por ser muy literarios, son atractivos. En esa galería desfilan el reportero presuntuoso y comprado, el colaborador siniestro y codicioso del candidato, la bola manipulada y el candidato máquina de promesas que no habrá de cumplir. Esta campaña en México no fue la excepción.
Los candidatos sobreactuados, huecos y repetitivos; los pobres comprados; el derroche de recurso público y la ausencia de mística, si es que alguna vez hubo alguna aquí, fueron las constantes en las campañas de todos los candidatos. En la farsa grandilocuente todos participan, todos quieren su parte y ganancia, todos se mueven con un frenesí ridículo. Por eso lo de la estación perdida. Una campaña, en verdad, por lo menos como se hace aquí, es tiempo perdido para México.
Que ganara el candidato que ganó no es de extrañarse. Tal como se lanza un producto de comida rápida al mercado, así se preparó al que gobernará este país, seguramente con la complacencia -previo acuerdo- de quienes vieron en él la seguridad de preservar sus privilegios. El coctel se consumó con rivales a modo: una mujer que siempre estuvo sola, un hombre que sólo se oye a sí mismo y un patiño. Lo demás era predecible.
A la distancia, ahora veo que el candidato ganador ni siquiera sudó de verdad durante la campaña: lo único que parece haber hecho fue actuar, sonreír, prometer cuanta ocurrencia y evadir debates. Por eso, lo único de veras interesante fue el surgimiento del #132. Lo demás fue lo de siempre.
Así, contrario a lo visto en el pasado, todo indica que el candidato ganador gobernará a la manera como hizo (o le hicieron) la campaña: sonreirá, cautivará a los bobos y a los desposeídos, y tirará el dinero público desde un búnker. Percibo encono en el aire.
Me intriga saber cómo concluirá su mandato.
De vuelta al principio
Estoy sentado en la misma sala en la que abordé el vuelo rumbo al primer
mitin de campaña presidencial. Han pasado casi cuatro meses de la elección y me
dirijo hacia el estado de aquel evento, Chihuahua. Ese primer acarreo fue en la
entrañable Sierra Tarahumara. Ahora me dirijo a la capital para cubrir a Sabina
y Serrat.
Me voy de Monterrey con el ya conocido desasosiego por dejar a los míos.
Me encuentro con las mismas escenas de bienvenida y despedida en el aeropuerto.
Para mí, sin embargo, los viajes son el adiós, no reencuentro. Pasado habla por
mí.
Vuelvo a sentir al taciturno y enfadoso compañero que puedo ser cuando
viajo en soledad. Vuelvo a sentir el necesario desprendimiento que debe tener
uno en los viajes. Si uno intenta apropiarse de lo que mira en su tránsito lo
terminará siendo. Yo no nací para ir de un lado a otro sin mapa en mano.
Necesito laberinto.
El tiempo avanza con pies de plomo. Nada de lo que veo me hace sentir
sereno. Será que me la paso en la contemplación de mí mismo y lo que menos soy
es eso: armonía. Intranquilo, presa de todas las dudas, me consumo. Soy un haz
de nervios. ¿Así se habrá sentido mamá cuando nos abandonaba a mí y a la
Ciudad?
Prefiero no mirar a los ojos. Me evado. Todo el tiempo tengo la urgencia
del compromiso y hoy debo tomarme un respiro. Me han dicho que me tome esto
como un descanso. Habría que dejar de ser yo entonces, por unos días.
Imposible.
Ha sido un año intenso. Un año de estaciones perdidas. Digo perdidas en
un sentido literario: sin duda ha habido aprendizajes, pruebas, más triunfos
que derrotas, revelaciones y hallazgos, pero creo que los candidatos, los
partidos, el país perdieron la oportunidad de reinventarse, reformarse, cambiar
el rumbo.
Por lo
pronto, no dejo de pensar que mis hijos vivirán por primera vez en un país gobernado por el PRI.
Narcopausa electoral
Esto fue lo que le contesté durante la
campaña a Juan Pablo Meneses, antologador de Generación ¡BANG! Los Nuevos
Cronistas del Narco Mexicano, que ya circula en librerías. Agradezco su paciencia
infinita.
-¿Qué están contando
ustedes los cronistas de la guerra del narco que no esté contando el periodismo
convencional?
Debo aclarar que no soy un
periodista abocado al narcotráfico. A través de la crónica, el perfil, la
historia o el reportaje he abordado temas diversos, en contraste con compañeros
que sí se han especializado en la violencia. En mi caso personal, no he querido
dejar de aportar mi lectura de la época actual, y que no olvidaremos, por lo
que eventualmente he publicado materiales al respecto.
Sobre tu pregunta. Algo
interesante es que buena parte de los cronistas que hoy cubren la narcoguerra
en México vienen, muy recientemente, de fuentes “convencionales”: política,
policiaca. Todos debieron aprender el ABC de la cobertura narca y, muchos,
perdieron la vida en los primeros años de la violencia precisamente porque no
se sabía bien a bien cómo abordar el narcotráfico que hoy conocemos, que cambia
vertiginosamente todo el tiempo, ni contaban con protocolos mínimos de
seguridad. De alguna manera, muchas veces fatalmente, ellos nos enseñaron lo
que se debe y no hacer. Esto no quiere decir, por supuesto, que no sigan las
muertes. Quienes más la han pagado, todavía hoy, son los corresponsales en los
estados, que no cuentan con el respaldo físico o inmediato de un medio de
comunicación. Lo mismo los reporteros de medios pequeños, perdidos en la
provincia mexicana y que han sido perseguidos o murieron en la hazaña, porque
eso es, de querer contar lo que nadie hace. Por eso, muchos medios locales han
tomado la decisión de no publicar nada sobre narcotráfico o únicamente aquello
que dé a conocer la autoridad.
Me alejo de tu pregunta:
los cronistas de la narcoguerra están contando precisamente la narcoguerra, sus
razones, sus intrigas. Sus descomunales anécdotas. No es una élite, sin
embargo. Quien así lo crea, se equivoca, se aleja del oficio y cava su tumba,
porque la vanagloria distrae. El periodismo que llamamos convencional cumple un
cometido y, como sabes, tan loable es su esfuerzo como el de los que narran la
violencia. La diferencia es que los que escriben de la narcoguerra no reciben
un sencillo desmentido o ven al día siguiente de su nota publicada una fe de
erratas en su periódico. A ellos los matan.
Como en otros países,
nuestra sociedad, sistemáticamente empobrecida, ha sido penetrada por el narco:
es víctima y cómplice, vive o muere por ello. Esto, sin hablar de la impunidad,
cáncer de nuestros países. Hacer periodismo, en esas condiciones, es muy
complejo. De ahí que sea urgente que los medios provean a sus reporteros de
protocolos de seguridad: qué hacer, qué no hacer, cómo hacerlo, cuándo. La
popular pirámide que vimos en las clases de periodismo, pero adaptada a los
tiempos violentos.
-¿Cómo haces para no caer en un relato
dividido entre buenos y malos? ¿Tienes técnicas y consejos para ello?
No sé si lo he logrado ni
quisiera pontificar. Tampoco es fácil no caer en etiquetas cuando en estas
historias la maldad es tan mala y, la bondad, en el caso de las víctimas, tan
buena. Baste revisar los periódicos de un día en el país.
A lo que me he abocado, y
quizá eso conteste a tu pregunta, es a la microhistoria, al mal llamado daño
colateral, narrar lo humano dentro de lo inhumano. Mi parámetro es saber tanto
del delincuente como de la víctima. Mis entrevistas duran horas. Quiero saber
todo, quiero tener todos los detalles, quiero conocer todas las historias en
torno a la gran historia. Todo tiene un motivo, nada es porque sí. Todos tienen
una historia que contar. Y todos mienten, hasta los buenos.
-Podríamos decir que para tu generación esta
es la primera guerra que les toca cubrir ¿Qué diferencia tiene este conflicto
con las guerras civiles de Centroamérica, las dictaduras latinoamericanas y el
conflicto narco de Colombia?
Qué duda cabe. Nosotros no
vivimos la atroz guerra sucia de los 70 en México ni mucho menos los cruentos
conflictos centroamericanos, por lo menos la mayoría de nosotros, ni menos las
dictaduras feroces del cono sur. La diferencia con nosotros ahora es evidente:
no sólo la actitud formal de aquellos Estados enloquecidos por aplastar toda
resistencia, sino el número de muertos y de desaparecidos. Pero, dadas la
indefensión en la que nos tiene el Estado mexicano y la penetración de la
delincuencia en la sociedad, aún nos quedan muchos, lamentablemente, por
aportar a la cifra. Será en un futuro a mediano plazo cuando nos percataremos
de la magnitud real del desastre por el que estamos atravesando: generaciones
perdidas, hijos sin padres, padres sin hijos. Un modo nuevo, y quizá fatalista,
de hablar y de ver la vida.
-Desde hace un tiempo
escribes reseñas literarias para el diario El Norte, del Grupo Reforma. ¿Qué es
lo más literario que tiene la guerra del narco de México?
Muchos dirían que nada y
que, aunque se podría hablar horas del potencial literario de decenas de anécdotas,
así como de libros y películas que han abordado el tema (algunos, muy pocos, la
verdad, con una propuesta estética atractiva y que no necesariamente se apega a
lo narrado en periódicos), esto es real y tiene características que en términos
culturales no necesariamente atrae a muchos: vulgaridad, violencia en extremo,
corrupción. Toda la impunidad del mundo.
Sin embargo, atendiendo a
tu pregunta, otros opinarían que lo literario reside en la fastuosidad con la
que viven ciertos narcos o, por el contrario, su modo austero y hasta
folclórico de transitar en clandestinidad. También, en los entresijos de la
guerra: los narcos se traicionan todo el tiempo, los traicionan cuerpos
policiacos y éstos son traicionados por la delincuencia. Todos se matan con
demasiada facilidad y, de la misma forma, son reemplazados por nuevos pobres y
codiciosos. Y los métodos de tortura y ejecución han rebasado todo límite.
Desde mi punto de vista,
quizá lo literario se encuentre, insisto, en las microhistorias, ésas que son
emblemáticas y que representan un mirador extraordinario para alcanzar a
visualizar el todo: dolor, esperanza. Crueldad, amor.
Ahora bien, en contraste
con cierto tipo de literatura, no conozco una sola historia de narco de la vida
real que haya tenido un final feliz.
-¿Cuál es la mejor historia de narco que
leíste y qué elementos tiene para que la consideres de esa manera?
No la he leído y, si enumero aproximaciones,
olvidaré materiales afortunados. Describiré, sin citar, lo que me convence: los
que han atravesado al personaje seductor, la versión oficial y la verdad a
medias. Aquellos que citaron y no plagiaron. Aquellos que no inventaron, que
corroboraron y que fueron valientes.
Afortunadamente, en
México, hay muchos autores que respetan su profesión, a sus fuentes y a sus
lectores. Y no son sólo los que publican libros sobre el tema. Las grandes
historias del narco en el país, de eso no tengo duda, las escriben reporteros
mexicanos, todos los días, desde sus trincheras.
-¿Cómo ves el futuro de
México?
Termino de responder a tus preguntas desde la
redacción del periódico Reforma, a días de que se efectuaron unas polémicas
elecciones presidenciales, donde ninguno de los candidatos ofreció un plan
convincente de seguridad, y desde donde veo las portadas de algunos de los
diarios nacionales: muy mal. Sin embargo, la vida también está más allá de lo
que dicen los medios. México es una nación fuerte, poderosa, históricamente
entre la espada y la pared, con retos innumerables que va venciendo al paso y,
al poco, se encuentra con otros nuevos. Si antes fueron las crisis y hoy es la
violencia del narcotráfico mañana serán seguramente los desastres ecológicos. O
las tres juntas. No lo sé.
Creo en la madurez de la sociedad civil y en
el avance de los medios libres. Pero, a la fecha, en lo que se refiere a la
inseguridad, nadie me ha podido decir con certeza cómo mi país va a dejar de
ser una fábrica de pobres en crecimiento, cuándo terminará el poder absoluto
del narcotráfico y qué vamos a hacer cuando vuelvan a casa, si es que esto
alguna vez sucede, miles de soldados y policías acostumbrados a lidiar con la
corrupción, la traición y la violencia.
jueves
Hacia la salida
1
quiero volver de algo / y no sé de qué // me preguntaron dónde había estado / todo este
tiempo / y no contesté porque / llevo mucho sin moverme del mismo sitio // siento que he
caminado demasiado / estoy muy cansado / mas no traigo una sola prueba / ni tengo
conmigo recuerdos // siento que he perdido algo importante / no logro saber qué / ¿acaso
soy el que me extraña desde algún lado? / ¿debí hablar conmigo y convencerme / que
debía volver? // ¿de dónde?
vives / una vida que no es tuya / que no lo será aunque la vivas mucho // hay días en que te
levantas con la certeza / de que no has vuelto / tampoco que te fuiste / pero no hay colillas
afuera de casa / tampoco correspondencia / y sin embargo al despertar / descubres salitre
en tus mejillas / y un montón de dibujos a tu lado / de momentos que no recuerdas
certeza (a ojos cerrados): tú no estás / aquí ni allá
2
Cierro los ojos en mitad de un otoño siniestro, hoy es el día
en que debía perder la vida en otra vida, el oscuro territorio
sin mapa ni geografías. Nada nuevo bajo el sol, quiero decir.
Un espanto, una quiniela no cumplida, un blues bajo la lluvia,
ésa que de niño me hacía llorar pensando que ya era el fin.
Y me repito que le temo a la muerte, que no es la forma
de irse de la vida, uno no puede morir y ya, dejar todo a medias,
inconcluso, desprovisto de palabras, nuestras, de otros para nosotros.
Uno no se puede ir así como así, insisto. Uno no puede salir de escena
sólo porque a alguien superior se le da la gana. Dirán los poetas cínicos
que la muerte es muerte, que ya debiera uno saber de esto, que qué más da
uno menos, pero no es tan sencillo desaparecer completamente.
Queda la nada: la nuestra.
quiero volver de algo / y no sé de qué // me preguntaron dónde había estado / todo este
tiempo / y no contesté porque / llevo mucho sin moverme del mismo sitio // siento que he
caminado demasiado / estoy muy cansado / mas no traigo una sola prueba / ni tengo
conmigo recuerdos // siento que he perdido algo importante / no logro saber qué / ¿acaso
soy el que me extraña desde algún lado? / ¿debí hablar conmigo y convencerme / que
debía volver? // ¿de dónde?
vives / una vida que no es tuya / que no lo será aunque la vivas mucho // hay días en que te
levantas con la certeza / de que no has vuelto / tampoco que te fuiste / pero no hay colillas
afuera de casa / tampoco correspondencia / y sin embargo al despertar / descubres salitre
en tus mejillas / y un montón de dibujos a tu lado / de momentos que no recuerdas
certeza (a ojos cerrados): tú no estás / aquí ni allá
2
Cierro los ojos en mitad de un otoño siniestro, hoy es el día
en que debía perder la vida en otra vida, el oscuro territorio
sin mapa ni geografías. Nada nuevo bajo el sol, quiero decir.
Un espanto, una quiniela no cumplida, un blues bajo la lluvia,
ésa que de niño me hacía llorar pensando que ya era el fin.
Y me repito que le temo a la muerte, que no es la forma
de irse de la vida, uno no puede morir y ya, dejar todo a medias,
inconcluso, desprovisto de palabras, nuestras, de otros para nosotros.
Uno no se puede ir así como así, insisto. Uno no puede salir de escena
sólo porque a alguien superior se le da la gana. Dirán los poetas cínicos
que la muerte es muerte, que ya debiera uno saber de esto, que qué más da
uno menos, pero no es tan sencillo desaparecer completamente.
Queda la nada: la nuestra.
Hojeando
Trece reseñas escritas a la distancia. De no ser por ellas, por
la lectura y su escritura, me habría convertido en sombra. Por orden de publicación.
En la vida y en la cancha
La enajenación con la que en países
como México se vive el futbol impide en ocasiones ver más allá y apreciar lo
que hay en las historias familiares: verdaderas crónicas de amor por una
tradición y de comunión entre seres queridos en pos de una camiseta.
Eduardo Sacheri, reconocido seguidor
del futbol argentino y autor de la novela en la que se basó la aclamada cinta
"El Secreto de Sus Ojos", sabe de ello y por eso ha escrito relatos
entrañables en torno a este deporte. Su más reciente novela: Papeles en el
Viento, continúa con esta intención.
Publicada en Alfaguara, el autor
propone una historia que surge a partir de la muerte de un hincha que invirtió
todo su dinero en la compra de un jugador fallido. Al fallecer éste y dejar en
el desamparo a su hija, su hermano y dos amigos deciden construir con el
futbolista adquirido un mito que permita recuperar la inversión y darle a la
niña un mejor futuro.
Sacheri, conocedor del alma, lo es
también del mundo apasionante del balompié y de sus métodos irregulares de
subsistencia. Esto es, de sus vicios. Sin embargo, lo es más de la narrativa
vivaz, hecha a partir del buen oído y de la pluma precisa, que lo lleva a
contar una historia que no a cualquiera le podría importar, pero que en esta
novela lo intenta porque, más que hablar de futbol, trata de la amistad y de su
poder incluso después de la muerte.
Una novela amena para estos días de
guardar y, por qué no, previo al Clásico que se celebra hoy y del que la Ciudad
hablará, si duda, por mucho tiempo.
Desde el librero
Libro fundamental de José Saramago: El
Evangelio Según Jesucristo, publicado por Alfaguara y cuya lectura puede venir
bien en estos días.
"Entonces comprendió Jesús que
vino traído al engaño como se lleva al cordero al sacrificio, que su vida fue
trazada desde el principio de los principios para morir así y, trayéndole la
memoria el río de sangre y de sufrimiento que de su lado nacerá e inundará toda
la tierra, clamó al cielo abierto donde Dios sonreía, Hombres, perdonadle,
porque él no sabe lo que hizo.
"Luego se fue muriendo en medio de
un sueño, estaba en Nazaret y oía que su padre le decía, encogiéndose de
hombros y sonriendo también, ni yo puedo hacerte todas las preguntas, ni tú
puedes darme todas las respuestas. Aún había en él un rastro de vida, cuando
sintió que una esponja empapada en agua y vinagre le rozaba los labios, y
entonces, mirando hacia abajo, reparó en un hombre que se alejaba con un cubo y
una caña al hombro. Ya no llegó a ver, colocado en el suelo, el cuenco negro
sobre el que su sangre goteaba".
Estante
·Odio a los Indiferentes, de Antonio
Gramsci, reunión de artículos sobre intolerancia y simulación. En el sello
Ariel.
·La banalización y la frivolidad bañan
al mundo. De eso trata el ensayo La Civilización del Espectáculo, de Mario
Vargas Llosa, en Alfaguara.
·En Anagrama, Viajes y Otros Viajes,
del recientemente fallecido Antonio Tabucchi, conjunto de escritos que tratan
puras travesías.
·Súper recomendable: Éramos Unos Niños,
memorias de Patti Smith, ícono del rock. En Lumen.
Uno mismo
¿Quiénes somos? ¿En qué medida
sobrevivimos a nosotros mismos y terminamos por aceptar el único vehículo que
en verdad es nuestro, el cuerpo, en el viaje veloz de la vida?
Guadalupe Nettel habla sobre esto en El
Cuerpo en que Nací (Anagrama), autobiografía novelada en que la autora, con un
defecto visual de nacimiento, narra su pasado a una silente doctora Sazlavski,
quien escucha las problemáticas de la protagonista durante la infancia, sobre
todo las consecuencias de llevar un parche para cubrir un lunar, así como sobre
el despertar sexual, las difíciles relaciones familiares y las odiseas de la
iniciación literaria y de simplemente estar viva y buscar un camino.
Nettel (Ciudad de México, 1973), autora
de libros reconocidos como la novela El Huésped y el de relatos Pétalos, hace
en El Cuerpo en que Nací un repaso libre por los acontecimientos que la
marcaron: los viajes, la prisión de su padre, el rencor de la abuela, el libertinaje
adulto. Si bien la escritura, bien lograda, es conmovedora, no está exenta de
humor y de una seria reflexión implícita sobre la dignidad de uno mismo y el
respeto al otro.
Van las líneas finales: "El cuerpo
en que nacimos no es el mismo en el que dejamos al mundo. No me refiero sólo a
la infinidad de veces que mutan nuestras células, sino a sus rasgos más
distintivos, esos tatuajes y cicatrices que con nuestra personalidad y nuestras
convicciones le vamos añadiendo, a tientas, como mejor podemos, sin orientación
ni tutorías".
Hace unos años, así parece, la
literatura mexicana estaba árida de nuevas voces interesantes. Pero algo pasó
que, de un tiempo a esta parte, mucho de lo que se ve en el paisaje es,
precisamente, nuevo y seductor: Valeria Luiselli, Antonio Ortuño, Luis Jorge
Boone, Antonio Ramos Revillas, Orfa Alarcón, Carlos Velázquez y, más
recientemente, Gisela Leal, por citar algunos. Guadalupe Nettel está llamada a
encabezar este grupo de autores que, en definitiva, sostendrá la literatura nacional
y que ya la enriquece.
Desde el librero
De El Demonio es Parco (2006),
aforismos de William Blake publicados por Verdehalago, algunos de ellos:
"Si alguno pudiera desear lo que
es incapaz de poseer, la desesperanza deberá ser su hado eterno".
"El águila nunca perdió tanto su
tiempo como cuando aceptó aprender del cuervo".
"Si otros no hubiesen sido tontos,
nosotros tendríamos que serlo".
"Generalizar es ser un Idiota.
Particularizar es la única Distinción del Mérito. El Conocimiento General son
esos Conocimientos que poseen los Idiotas".
"Cuando digo cualquier Verdad no
es para Convencer a los que no la conocen, sino para defender a aquellos que
sí".
Estante
·Nuevo libro en Almadía del poeta José
Javier Villarreal: Campo Alaska.
·Sobre la precariedad y la
incertidumbre de la existencia moderna: La Vida Líquida, ensayo de Zygmunt
Bauman. En Paidós.
·En Tusquets, Por tu Propio Bien, de
Alice Miller, en torno a una de las peores violencias: contra la infancia.
·Los Mariachis Asesinos, de Marcial Fernández,
con relatos sobre muertes inexplicables en la Ciudad de México. En Ficticia
Editorial.
Vida líquida
Viéndola desde un punto de vista
riguroso, la vida moderna puede afear los hábitos, las costumbres, hasta los
rostros. El mundo actual obliga a ser similares, actuar sin trascendencia, ser
vapor. Tiende al olvido.
Al respecto, del sociólogo polaco
Zygmunt Bauman, autor de títulos como Mundo Consumo, El Arte de la Vida y La
Cultura como Praxis, publicados en Paidós, se edita en este sello Vida Líquida,
un compendio de reflexiones en torno a la precariedad, el consumismo y la
frivolidad a la que las sociedades modernas someten al individuo.
En su ensayo, el autor advierte:
"La velocidad, y no la duración, es lo que importa. A la velocidad
correcta, es posible consumir toda la eternidad dentro del presente continuo de
la vida terrenal. Al menos, eso es lo que los 'lumpenproletarios espirituales'
buscan y esperan conseguir. El truco consiste en comprimir la eternidad de una
vida individual".
Algo nos está pasando, afirma Bauman,
Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010. La compulsión y las
adicciones llevan al ciudadano moderno a la destrucción. El miedo hace que el
ciudadano se parapete. Sin conocimientos profundos, sin aviso de eternidad, el
hombre sobrevuela sobre su existencia a veces sin saber qué hay más allá de su
nariz. Y debe despertar.
Salir de la irrelevancia, pues, grita
Bauman. Para eso es su libro. Apunta: "Tan inevitablemente como el agua
surge de la coincidencia entre el oxígeno y el hidrógeno, la esperanza se
concibe cuando se encuentran la imaginación y el sentido moral".
Desde el librero
Del centenario Bram Stoker, su obra
maestra: Drácula. A continuación, uno de sus pasajes.
"No hay duda de que existen los
vampiros; algunos de nosotros tenemos evidencias de ello. Incluso, aunque no
tuviéramos una prueba en nuestra propia y desdichada experiencia, las
informaciones y los datos del pasado aportan pruebas suficientes. Admito que al
principio fui escéptico. Si no hubiera sido porque a través de largos años me
he entrenado para tener una mentalidad abierta, no habría creído hasta que
llegó el momento en que los hechos golpeaban en mi oído: '¡Míralo! ¡Míralo! Lo
probamos, lo estamos probando'. Sin embargo, si hubiera sabido al principio lo
que sé ahora -si al menos lo hubiera sospechado-, una vida preciosa para todos
los que la queríamos, no se hubiera perdido. Pero ya no tiene remedio y ahora
debemos trabajar para que no perezcan otras almas que podamos salvar".
Estante
·En Hiperión, La Patria Insomne, de
Carmen Boullosa, poesía nacida de los días atroces por los que el País está
atravesando.
·Tras 20 años de su publicación, Seix
Barral reedita enriquecido el volumen de ensayos El Viajero Más Lento, de
Enrique Vila-Matas. La entrevista falsa con Marlon Brando es deliciosa.
·Aún circula en librerías un título que
no tiene desperdicio: Trabajos Forzados. Los Otros Oficios de los Escritores,
de Daria Galateria. En Impedimenta.
·De ángeles y niñas góticas, El
Escritor de Epitafios es otra buena novela de Hernán Rivera Letelier. En
Alfaguara.
Contra la historia oficial
Santiago Vidaurri, el caudillo liberal
del noreste mexicano, dice Artemio Benavides Hinojosa, fue desterrado por la
historia oficial al servicio de mitos, pero en los confines de la leyenda aún
perdura en su tierra norteña.
El ex director del Archivo General del
Estado sabe de lo que habla: durante años investigó al hombre que soñó con la
República de Sierra Madre y que se opuso a Juárez, lo que le costó el destierro
de la historiografía.
Sin embargo, el historiador puso en
agua fría a la figura polémica y construyó una biografía equilibrada donde lo
mismo se habla de su impulso a la economía de Monterrey y su lucha férrea
contra los indígenas que su ambición y labor en favor del Segundo Imperio.
El resultado fue Santiago Vidaurri.
Caudillo del Noreste Mexicano (1855-1864), que publica Tusquets y que, sin
duda, promete ser un éxito de ventas y críticas como lo fue su biografía sobre
Bernardo Reyes en el mismo sello. Con temple, rigor y amenidad, Artemio devela
las razones del "traidor", porque, así lo escribe, "la tarea del
historiador no es exaltar o condenar, sino explicar".
Escribe Benavides, a manera de
justificación: "Se ha escrito que aquellos que no pueden recordar el
pasado están condenados a repetirlo. Pero igualmente, en nuestro caso -dados
los mitos revolucionarios todavía prevalecientes- se podría decir que aquellos
que recuerdan el pasado tan insistentemente pueden ser los que están condenados
a repetirlo".
El historiador sabe de la figura
polémica a narrar y el debate que provocará entre los lectores. Y propone,
implícitamente, leer con ojos nuevos la historia. Bien por él, por su biografía
fascinante y por el tamaño de la tarea.
Desde el librero
De Enrique González Martínez, incluido
en la Antología de Poesía Mexicana (1810-1914), preparada por José Emilio
Pacheco para Promexa Editores, la bella pieza "Mañana, Los Poetas"...
"Mañana, los poetas cantarán en
divino / verso que no logramos entonar los de hoy; / nuevas constelaciones
darán otro destino / a sus almas inquietas con un nuevo temblor. // Mañana, los
poetas seguirán su camino / absortos en ignota y extraña floración, y al oír
nuestro canto, con desdén repentino / echarán a los vientos nuestra vieja
ilusión.
"Y todo será inútil, y todo será
en vano; / será el afán de siempre y el idéntico arcano / y la misma tiniebla
dentro del corazón. / Y ante la eterna sombra que surge y se retira, /
recogerán del polvo la abandonada lira / y cantarán con ella nuestra misma
canción".
Estante
·Tusquets, en su colección de
literatura erótica "La Sonrisa Vertical", publica Brama, de David
Miklos.
·Fondo de Cultura Económica reedita
Porfirio Barba Jacob. Poesía Completa, con prólogo, recopilación y notas de
Fernando Vallejo.
·Otro título necesario en la mesita de
noche: El Vino que No Acaba, antología poética de Eduardo Lizalde, en Vaso
Roto.
Barba Jacob
Fernando Vallejo enumera los títulos
con los que a Porfirio Barba Jacob le hubiese gustado denominar su gran libro
de poemas: El Corazón Iluminado, El Jardín de las Afrentas, Maín Ximénez, Rosas
Negras, La Vida Profunda y Antorchas contra el Viento, entre otros.
Finalmente, Miguel Ángel Osorio,
verdadero nombre de Barba Jacob, nunca publicó este libro, aunque en vida el
trashumante poeta colombiano llegó a ver recopilaciones de su obra, hechas por
iniciativa de terceros, que por cierto no fueron de su completo agrado.
Quién sabe si la Poesía Completa que le
edita ahora el Fondo de Cultura Económica lo hubiera satisfecho, pero la
coordinó alguien que le conoce bien: el propio Vallejo, novelista transgresor y
autor de El Mensajero, biografía del poeta maldito y de múltiples sobrenombres.
Publicada originalmente en 1985 en
Colombia, esta Poesía Completa del autor de "Canción del Día
Fugitivo" ve de nuevo la luz, ahora en México, enriquecida con un solo
fin: reivindicar a uno de los poetas más importantes de aquel país y que
Monterrey, sus letras y periodismo le deben tanto. Vallejo presenta una cuidada
edición de los poemas en orden cronológico y acompañada con notas que dan buen
contexto.
El trabajo de Vallejo fue arduo. Muchos
de los poemas de Barba Jacob se encontraban en publicaciones sueltas o volando
en la memoria de algunos de sus amigos que acudieron a sus recitales y que
tuvieron la ocurrencia de transcribirlos. Así, la obra de Barba Jacob tiene
ahora en esta edición un poderoso vehículo, fundamental, que no definitiva,
pero sin duda conmueve el mensaje que lleva dicha reunión de poemas: una de las
misiones extraordinarias y más nobles de los escritores es promover a otros
escritores. A los muertos, a los indispensables.
Va el poema "El Espejo", sin
fecha y uno de los tantos emblemáticos: "¿Mi nombre? Tengo muchos:
canción, locura, anhelo. / ¿Mi acción? Vi un ave hender la tarde, hender el
cielo... / Busqué su huella y sonreí llorando, / y el tiempo fue mis ímpetus
domando.
"¿La síntesis? No se supo: un día
fecundaré la era / donde me sembrarán. Don Nadie. / Un hombre. Un loco. Nada. /
Una sombra inquietante y pasajera. / Un odio. Un grito. Nada. Nada. / ¡Oh
desprecio, oh rencor, oh furia, oh rabia! / La vida está de soles
diademada...".
Estante
·Anagrama publica dos interesantes
títulos: La Ética de la Crueldad, de José Ovejero, Premio de Ensayo de esta
editorial, y Porque la Vida No Basta. Encuentros con Miquel Barceló, de Michael
Damiano.
·El Percherón Mortal, de John Franklin
Bardin, es promocionada como una obra maestra de la novela negra. En Almadía.
·Libro indispensable: Diatriba de la
Vida Cotidiana y Otras Derrotas Civiles, de la envidiable pluma de Rafael Pérez
Gay. En Cal y Arena.
El viaje que será eterno
"Alemania en otoño",
"Bioyinventario", "La lengua rota de Céline", "Unas
preguntas a Salvador Dalí", "Lo que Brando decía", "¿Existe
realmente Borges?"...
Los anteriores son títulos de algunos
de los ensayos reunidos en El Viajero Más Lento, de Enrique Vila-Matas, uno de
los mejores volúmenes con los que un lector se puede topar cuando quiere saber
de vida libresca.
Reeditado por Seix Barral dos décadas
después de su lanzamiento, el libro contiene el rico universo del español:
humor, melancolía, amor por la literatura y pasión por sus autores. El autor de
El Mal de Montano juega con la ficción en el ensayo, lo que permite tener
lecturas nuevas sobre diversos temas: por ejemplo, la entrevista falsa a Marlon
Brando es una joya.
El libro contiene los textos "El
arte de no terminar nada", subtítulo del volumen, y "Café
Bénabou". El primero sobre todo, emblemático, determina lo que sería el
orbe del autor.
"Tal vez, si se me permite
decirlo, quizás, posiblemente haya que ser rematadamente ingenuo para creer que
hay libros completos. ¿Quién ha leído enteras, por ejemplo, las escrituras
sagradas? Una particularidad del Talmud babilónico es que falta la primera
página a cada uno de los tratados que lo componen.
"Preguntando al gran maestro Tabí
Leví Yitzhak por el motivo de esa falta que obliga al lector a comenzar por la
página dos, respondió: 'Porque, por muchas páginas que lea el estudioso, nunca
debe olvidar que no ha alcanzado aún la mismísima primera página'".
Nada es definitivo. Todo es relativo.
Lo categórico no cabe en la literatura... A excepción de lo que es evidente:
Vila-Matas es un escritor entrañable e imprescindible. Y El Viajero Más Lento,
uno de sus libros capitales.
Desde el librero
En la frontera entre novela y diario
íntimo, Inferno (Acantilado) es el testimonio de la locura y creatividad de un
precursor del arte contemporáneo: el sueco August Strindberg, cuyo
fallecimiento ocurrió hace un siglo. De aquel título, un fragmento:
"Cada mañana, cuando paseo en el
prado bajo los arces, el inmenso edificio rojo del manicomio me hace pensar en
el peligro del que me he librado y en el futuro en caso de una recaída.
Swedenborg, al hacerme entender la verdadera naturaleza de los peligros
sobrevenidos durante el último año, me ha liberado de los electricistas, los
nigromantes, los destructores, los envidiosos fabricantes de oro y de la temida
locura. Me ha mostrado el único camino a la salvación: buscar los demonios en
sus escondites, dentro de mí, y matarlos mediante... el arrepentimiento.
Estante
- Los Perros del Fin del Mundo, de
Homero Aridjis, es una novela que reúne, temerariamente, todo: thriller,
inframundo prehispánico, sicarios. En Alfaguara.
- Novela transgresora publicada en el
sello Almadía: Purga, de Sofi Oksanen.
- En el mismo sello, Almadía, un título
interesante para niños: Libros Imposibles, de Vivian Mansour. Ilustrado.
Carlos Fuentes
Referencia fundamental de la literatura
mexicana, Carlos Fuentes es un pilar de la novela y el ensayo de habla hispana.
Es la aportación nacional al boom latinoamericano y, además, la cabeza
mediática en su etapa inicial de aquel puñado de innovadores. También, es un
modernizador de la novela en el idioma y una figura intelectual que no dudó en
salir en defensa de México y de la justicia internacional. y que era escuchado
y respetado.
Su muerte inesperada, como la de Carlos
Monsiváis, es una pérdida profunda. Si algo parecía cierto era que su Edad del
Tiempo, planeación caprichosa de su bibliografía, sería concluida. No fue así:
no vio la publicación de los títulos que le restaban y lo último que se sabe es
que preparaba sus memorias.
Su primer libro, de relatos, fue Los
Días Enmascarados (1954), pero con La Región Más Transparente abrió la puerta
en México a la novela urbana y, a la vez, a la verdaderamente moderna. La
Muerte de Artemio Cruz cerró con broche de oro y muchos años después la llamada
Novela de la Revolución, aunque con un tinte contemporáneo.
Fuentes es un extraordinario cuentista
y, como en sus novelas, probó una diversidad de géneros y temas. Es un narrador
temerario, no siempre afortunado, que acudió a la elaboración de historias tan
apabullantemente complejas, como Terra Nostra, como a otras para las que
incluso echaba mano de recursos del melodrama, la picardía y la didáctica
histórica. Fuentes es, por mucho, un maestro de historia, de cultura y
política; un intelectual, un hombre de mundo y un primerísimo mexicano.
Fuentes es. No fue ni era. Su muerte no
interrumpe el placer que brinda su literatura. Fuentes es. Lo será siempre a
través de sus libros.
Desde el librero
De la bibliografía de Fuentes se
proponen fragmentos de tres de sus libros.
(La Región Más Transparente) "Mi
nombre es Ixca Cienfuegos. Nací y vivo en México D.F. Esto no es grave. En
México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta".
(La Muerte de Artemio Cruz) "Ayer
ayer ayer. Ayer Artemio Cruz voló de Hermosillo a México. Sí. Ayer Artemio
Cruz... Antes de enfermarse, ayer. Artemio Cruz... No, no se enfermó. Ayer
Artemio Cruz estaba en su despacho y se sintió muy enfermo. Ayer no. Esta
mañana. Artemio Cruz. No, enfermo no. No, Artemio Cruz no. Otro. En un espejo
colocado frente a la cama del enfermo. El otro. Artemio Cruz. Su gemelo.
Artemio Cruz está enfermo. El otro. Artemio Cruz está enfermo: no vive: no,
vive. Artemio Cruz vivió. Vivió durante algunos años... Años no añoró: años no,
no. Vivió durante algunos días. Su gemelo. Artemio Cruz. Su doble. Ayer Artemio
Cruz, el que sólo vivió algunos días antes de morir, ayer Artemio Cruz... que
soy yo... y es otro... ayer...".
(En Esto Creo) "La muerte es un
instante sin fin".
Diario de Sontag
"Ya sabes dónde están los
diarios", le dijo Susan Sontag a su hijo David Rieff al principio de la
leucemia que le quitaría la vida, en 2004. Cada dejó dicho la escritora sobre
lo que se debía hacer con esos cuadernos. El periodista decidió publicarlos tal
cual, con ciertas acotaciones y nombres suprimidos.
Un acierto. Sontag está por entero en
Renacida (Mondadori), primer tomo que abarca sus años tempranos, dado que serán
tres, y en donde la que sería una de las intelectuales más influyentes de
Estados Unidos comenzó a forjar los intereses que la llevarían, en 1963, a
publicar su primera novela, El Benefactor, y célebres libros de ensayos como
Contra la Interpretación y Ante el Dolor de los Demás.
El diario, cuyo comienzo está marcado
en 1947, inicia con la frase "Creo que no hay un dios personal o vida
después de la muerte". A partir de ahí, el anecdotario de convicciones y
búsquedas priva en este volumen, que comprende hasta 1964.
Sontag aborda sus fieras ambiciones
intelectuales, sus recorridos por libros y estudios, sus ideas sobre el
feminismo, así como su inicio homosexual y su vida erótica.
Sontag fue una mujer extraordinaria:
compleja, inquisitiva, apasionada. Desnuda, en sus diarios lo reflexiona todo y
está convencida de su destino intelectual (de ahí que en muchas zonas el libro
ofrezca sólo un registro de emociones). Incluso aborda, en cierto momento, su
misión de vida: "Escribir es hermoso", apunta. "Se trata de
hacer algo que dará placer a los demás más tarde".
Para escribir, afirmó, hay que
permitirse ser la persona que no se quiere ser entre todas las que uno es.
Sontag así lo hizo en su ficción, mas no en sus diarios, en los que está
íntegra.
Por ello, sigue viva y más cercana
Desde el librero
Libro entrañable de Patti Smith: Éramos
Unos Niños (Lumen, 2010), donde narra su intensa amistad con el fotógrafo
Roberto Mapplethorpe, los 70 y NY.
"Querido Robert: Cuando no puedo
dormir, a menudo me pregunto si tú tampoco puedes. ¿Tienes dolor o te sientes
solo? Tú me sacaste del periodo más aciago de mi joven vida y compartiste
conmigo el sagrado misterio de lo que es ser artista. Aprendí a ver a través de
ti y jamás he compuesto un verso ni he dibujado una curva que no provenga de
los conocimientos que obtuve en nuestra preciada vida juntos. Tu obra, que
emana de una fuente fluida, tiene su origen en la candorosa canción de tu
juventud. Entonces hablabas de dar la mano a Dios. Recuerda que, en todo lo que
has pasado, siempre has ido de esa mano. Cógela fuerte, Robert, y no la
sueltes".
Estante
·Sandra Lorenzano hace una pausa como
ensayista y publica en Tusquets la novela Fuga en Mí Menor, sobre música y
entuertos familiares.
·Espléndida reunión: Los Poemas del
Novelista, de Thomas Hardy, compilado, traducido y comentado por Adolfo
Sarabia. En Hiperión.
·Galaxia Gutenberg publica Con Otra
Mirada, relatos escritos desde Los Ángeles por Christa Wolf tras la caída del
Muro de Berlín. Volumen recomendable.
·Novela breve de Cormac McCarthy sobre
la búsqueda de la felicidad: El Sunset Limited, en Mondadori.
De la ausencia
Cuando cumplió el medio siglo de vida,
en el 2009, José Javier Villarreal hizo un alto en su camino y miró hacia sus
libros publicados: hablaba entonces de su enfrentamiento con el lenguaje, a
partir del cual había podido cantar sueños, batallas, amores y deseos.
Situaciones llevadas al extremo del verso y, casi siempre, provocadoras.
Su más reciente libro, Campo Alaska,
publicado en el sello Almadía, no es menos complejo, pero sí abre una ventana
más amplia a la reflexión, al goce del recuerdo en que la anécdota apenas si es
descrita. En comparación con Portuaria, Bíblica, Fábula y La Santa, joyas
anteriores, el autor despliega un diálogo aún más interior con fantasmas,
soledades, realidades.
El museo de sitio ubicado en Baja
California, entidad natal de José Javier, sede de vocaciones diversas y
enclavado en una región de temperaturas exageradas, enmarca el espíritu de este
conjunto de poemas cuyos primeros versos -lo enfatiza el autor al abrir el
volumen y citar a "los que dicen saber"- son dictados por los dioses,
en tanto el resto debe ser edificado por el poeta.
El resultado es una sustanciosa y
entrañable narrativa de ausencias: evocaciones, personajes que marcaron algún
episodio, todos juntos en una misma habitación, como advierte en alguno de los
poemas. Desapariciones. El tono por demás íntimo es el camino a seguir, el
protagonista.
José Javier comparte un diario de
primer orden en el que sencillez y profundidad van de la mano. El lector puede
caminar con él por desolados paisajes, internarse en pasados, sitios
fantasmagóricos, sentimientos. Porque, como él lo ha dicho, en la ausencia
están todos.
Por demás maduro, el autor habrá de
saber que entrega un libro-suma, una estrategia contra el olvido, pues equivale
a un catálogo de rutas hacia uno mismo. Un gran poemario.
Y José Javier como poeta es hoy, como
reza uno de sus textos, "un relámpago consciente de su luz".
Desde el librero
De Los Poemas del Novelista (Hiperión,
2002), del inglés Thomas Hardy, el par de textos que conforman la pieza
"Muda Opinión".
"Un reino atravesé considerando /
cómo aquellos que hablaban lo hacían fuerte / al expresar sus fines y opiniones
/ a través de baladas, prensa y púlpitos. / No tuve apenas modo de advertir /
un asombro grupo silencioso / que no pensaba igual que aquellos otros / que,
acalorados, el clamor izaban.
"Cuando me vi Fantasma,
contemplando / aquella tierra que recorrí vivo, / curioso por saber si el final
era / corona de los gritos clamorosos, / pude observar como en grandioso fresco
/ que el resultado de su historia era / no como prometieron los chillones, /
sino tal cual los mudos lo pensaron".
Estante
·Aire de Dylan, nueva novela de Enrique
Vila-Matas, en Seix Barral.
·Dos compendios necesarios, publicados
por el FCE: Contubernio de Espejos. Poemas 1960-1964, de Salvador Elizondo, y
Sol Jaguar. Antología de Cuentos sobre México, de Alberto Manguel.
Oscuro cuento de hadas
Las grandes novelas suelen ir más allá
de sus propias tramas. Algo dicen que nos desata y nos desnuda.
La más reciente de Cristina Rivera
Garza, El Mal de la Taiga (Tusquets), tiene una propuesta narrativa tal que,
sin saber ni cómo, la breve historia ha concluido y nos ha dejado una serie de
certezas. La anécdota comienza cuando un hombre acude con una mujer que fue
detective, y que hoy es escritora, para pedirle que busque a su esposa, quien
se ha fugado con otro.
La mujer, a la manera del filme
"Amélie" (quienes la vieron lo recordarán), le enviaba al antiguo amante,
de más edad que ella, cartas, mapas, boletos, transcripciones, copias, sobres.
La escritora-detective acepta el reto y, acompañada por un traductor, va en
busca de aquellos locos que, internados en algún bosque, disfrutan de su
aventura.
El thriller y la historia de amor y
desamor se combinan con el cuento de hadas, donde suspenso e imágenes de
pesadilla envuelven a la protagonista en una evidente realidad distorsionada.
Algo ha sucedido muy grave, o está sucediendo, a la par de la crónica de amor-desamor.
Por otra parte, la propuesta de la
autora, sin dejar de ser oscura, ofrece frases reveladoras. Van algunas,
entresacadas de la historia: "Cuando decimos adiós, ¿qué es lo que
saludamos en realidad?". "Nadie puede saber en realidad por qué se va
de casa, ni siquiera, o sobre todo, el que se va". "Jamás lo lejos
arremetió tan cerca".
Rivera Garza apunta, al final de la
novela, un playlist con qué acompañar la lectura. O que, en su caso, habrá
inspirado la escritura. Una novela recomendable, como suelen ser los libros de
esta autora.
Desde el librero
Del recientemente fallecido Ray
Bradbury, un fragmento de su obra maestra Fahrenheit 451:
"Con su casco simbólico en que
aparecía grabado el número 451 bien plantado sobre su impasible cabeza y sus
ojos convertidos en una llama anaranjada ante el pensamiento de lo que iba a
ocurrir, encendió el deflagrador y la casa quedo rodeada por un fuego devorador
que inflamó el cielo del atardecer con colores rojos, amarillos y negros. El
hombre avanzó entre un enjambre de luciérnagas. Quería, por encima de todo,
como en el antiguo juego, empujar a un malvavisco hacia la hoguera, en tanto
que los libros, semejantes a palomas aleteantes, morían en el porche y el
jardín de la casa; en tanto que los libros se elevaban convertidos en
torbellinos incandescentes y eran aventados por un aire que el incendio
ennegrecía".
Estante
· Del autor israelí David Grossman
pueden encontrarse en librerías dos obras esenciales: la novela descomunal La
Vida Entera, en Lumen, y el de ensayos Escribir en la Oscuridad, en Debate.
· En Hiperión, libro exquisito el de 55
Poemas, de Emily Dickinson, selección a cargo de Alberto Blanco, quien eligió
un poema por cada año que vivió la estadounidense. Completa el volumen el
poemario Amherst Suite, del propio Blanco, dedicado al sitio donde ella pasó su
existencia.
·Nueva novela de Amélie Nothomb: Una
Forma de Vida. En Anagrama.
Memoria del Tigre
Eduardo Lizalde (DF, 1929) es uno de
los poetas fundamentales de la literatura nacional. Por mencionar el momento
que, él mismo ha dicho, fue el de la aparición de su verdadera voz, El Tigre en
la Casa, publicado en 1970, sigue fascinando tanto o más que a sus primeros
lectores.
Sin embargo, su obra poética comprende
otros títulos exquisitos: Cada Cosa es Babel, su primer libro (1966), La Zorra
Enferma (1974), Tabernarios y Eróticos (1989), entre muchos otros. De ahí la
relevancia de la antología El Vino que No Acaba, publicado por Vaso Roto, que
reúne lo mejor de su poesía entre 1966 y 2011.
Seleccionada por Marco Antonio Campos y
con prólogo de Jenaro Talens, la antología muestra el músculo y sensibilidad de
Lizalde, "lo Babel y religioso", enfatizan los editores, así como sus
influencias más determinantes: Blake, Rilke, Machado y Pellicer.
Explica Talens en su introducción:
"Si algo ha caracterizado la poesía de Eduardo Lizalde (...) desde sus
inicios es la capacidad de reinventarse en cada nuevo libro o, lo que es lo
mismo, su propuesta de una escritura basada en un sujeto móvil, en continuo
proceso de desplazamiento y transformación y, en consecuencia, siempre
consciente de la precariedad de cuanto lo constituye como tal".
Todos los buenos autores debieran ser
leídos casi con la misma pasión, se insiste, como la de sus primeros lectores.
Este esfuerzo en torno a la obra de Lizalde cumple con ello y confirma el
tamaño del poeta.
Entre otros títulos recientes de su
catálogo, Vaso Roto ha publicado La Vida Callada de Federico Mompou, de Clara
Janés; Cefalonia, de Luigi Ballerini; Sepelio en Tebas, de Seamus Heaney; Un
Minuto de Retraso sobre lo Real, de Abbas Beydoun, y La Ciudad de los
Constructores de Violines, de Henrik Nordbrandt.
Desde el librero
Junto a "Otra Vuelta de
Tuerca", "Los Papeles de Aspern" es una de las novelas más
famosas y emblemáticas de Henry James. Aquí un fragmento, de la edición de
Alba, sobre esta historia de un editor que se sumerge en el mundo
fantasmagórico de un poeta difunto, con la ayuda de una antigua musa.
"Me miró como si se asomara a la
boca de una cueva.
"-¿Es que no vende los libros que
escribe?
"¿Quiere decir si la gente no los
compra? Un poco, muy poco. no tanto como yo quisiera. Escribir libros, a menos
de que uno sea un genio (¡incluso en este caso!), es el peor camino para hacer
fortuna. Creo que la buena literatura no da dinero".
Estante
· Magis es una de las mejores revistas
editadas por una universidad en México, en este caso por el ITESO. En su número
más reciente publica un interesante artículo sobre la líder estudiantil Camila
Vallejo y un perfil del indestructible sacerdote Alejandro Solalinde.
· Sexto Piso publica una edición
estupenda: Nietzsche, ilustrada y basada en la biografía de uno de los expertos
en el filósofo alemán, Michel Onfray.
· Personas, libro de Carlos Fuentes
publicado únicamente en inglés, circulará en breve en español bajo el sello
Alfaguara. Reúne semblanzas.
Tabucchi de viaje
"Me gustaba mucho leer el viaje en
los rostros de los demás", escribió alguna vez el autor italiano Antonio
Tabucchi, y es significativo que su último libro publicado en español antes de
morir haya sido precisamente de lugares y tránsitos: Viajes y Otros Viajes
(Anagrama).
El autor de Sostiene Pereira y La
Cabeza Perdida de Damasceno Monteiro aborda en este libro una suerte de diario
de viajes, los cuales, explica, le permitieron sortear el peligroso equívoco de
creer, al pisar el mismo suelo toda la vida, que uno es dueño de esta tierra
cuando en realidad todo en la vida es préstamo.
Brasil, Grecia, Francia, México...
Tabucchi despliega en una narrativa sencilla y entrañable estampas de lugares
extraordinarios, literarios, e invita no únicamente a visitar sitios reales,
sino también los imaginarios, aquellos que acontecen al estar en otros y que
enriquecen la existencia, porque como él lo escribe: "La vida es una
música que se desvanece en cuanto la has interpretado" y lo que queda es
el recuerdo vivo, también el sueño.
Faltaron, apunta, aquellos viajes más
extraordinarios: los que no había hecho y los que nunca podría hacer. También
los que permanecían sin escribir o "encerrados en su propio alfabeto
secreto bajo los párpados, por las noches". La vida, sin embargo, lo
llevaría a emprender el viaje más largo; el mayor, el más espléndido.
Un libro sobre viajes para emprender a
la vez muchos, incluso sin andar trecho alguno. Un título escrito al calor no
sólo del recuerdo, sino de la vida plena, y que evoca las palabras de uno de
los autores favoritos de Tabucchi, Fernando Pessoa: "Los viajes son los
viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos". Claro.
Desde el librero
El Hombre en Busca de Sentido es un
libro fundamental del siglo 20, escrito por el psiquiatra y escritor Viktor
Frankl, interno durante tres años en campos de concentración. Va un fragmento
de la edición publicada por Herder:
"Lo que de verdad necesitamos es
un cambio radical en nuestra actitud frente a la vida. Debemos aprender por
nosotros mismos, y también enseñar a los hombres desesperados que en realidad
no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de
nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio,
pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y
respondamos no con palabras, ni con meditaciones, sino con el valor y la
conducta recta y adecuada.
"En última instancia, vivir
significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones
que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos
asigna a cada uno en cada instante particular".
Estante
- En FCE, Señales Debidas, lecturas
biográficas del imprescindible Guillermo Sheridan.
- En Busca de un Lugar Habitable,
ensayo sobre el libro en el ocaso del humanismo, de Guillermo Fadanelli. En
Almadía. También en esta editorial, El Libro de las Explicaciones, ensayos
fascinantes de Tedi López Mills.
- En Sexto Piso, una joya de novela,
como las que suele entregar Mario Bellatin: El Libro Uruguayo de los Muertos.
Lecturas
Hay dos títulos interesantes en
librerías en torno al oficio del escritor: Lecturas de mí Mismo, de Philip
Roth, publicado por Mondadori, y Escribir en la Oscuridad, de David Grossman,
de Editorial Debate.
En el primero, el autor de El Mal de
Portnoy reúne entrevistas, ensayos y artículos en los que aborda temas como la
narrativa estadounidense, los judíos y hasta el beisbol. La larga entrevista
que le realizó la Paris Review es reveladora.
En el libro de Grossman, autor de la
monumental La Vida Entera, se compilan conferencias sobre literatura y
política. Dos de ellas muy recomendables: "Escribir en una zona de
catástrofe" y "Libros que me han hablado". Está por demás hablar
del origen de ambos autores.
Roth (quien dedica este libro a Saul
Bellow, "el 'otro' al que he leído desde el comienzo con el placer y la
admiración más profundos") revela en estos trabajos, así lo reconoce, un
interés constante por la relación entre el mundo escrito y el no escrito, entre
imaginación y realidad o entre arte y vida, donde sus arcanos quedan expuestos:
la razón de la comedia en algunos pasajes, por ejemplo, y sus mayores
polémicas, como su actitud crítica. El natural candidato al Nobel despliega
sabiduría y lecciones enriquecedoras. Va una: "Una literatura que tiene la
desgracia de permanecer aislada en la clandestinidad durante demasiado tiempo
se convertirá inevitablemente en provinciana, atrasada, incluso ingenua, a
pesar del caudal de oscura experiencia que pueda inspirarla".
A su vez, Grossman, quien vive en
Jerusalén y es un destacado activista por la paz, abre sus intervenciones con
una afirmación determinante sobre su espíritu:
"...Cuando escribimos, sentimos
que el mundo se mueve, es flexible y está lleno de posibilidades. Ciertamente
no está congelado. Dondequiera que haya existencia humana no hay congelación ni
paralización. Escribo y el mundo no se cierra sobre mí ni se estrecha".
Ricas lecturas, profundas, para estos
días de descanso y reflexión.
Desde el librero
Del esencial Trilce (Juan Pablos
Editor), de César Vallejo, el Poema 68 que cae como anillo al dedo y cuya
última palabra, cabe la mención, va vertical:
"Estamos a catorce de Julio. / Son
las cinco de la tarde. Llueve en toda / una tercera esquina de papel secante. /
Y llueve más de abajo ay para arriba. // Dos lagunas las manos avanzan / de
diez en fondo, / desde un martes cenagoso que ha seis días / está en los lagrimales
helado.//
"Se ha degollado una semana / con
las más agudas caídas; hase hecho / todo lo que puede hacer miserable genial /
en gran taberna sin rieles. Ahora estamos / bien, con esta lluvia que nos lava
/ y nos alegra y nos hace gracia suave. //
Hemos a peso bruto caminado, y, de un
solo desafío, / blanqueó nuestra pureza de animales. / Y preguntamos por el
eterno amor, / por el encuentro absoluto, / por cuanto pasa de aquí para allá.
/ Y respondimos desde dónde los míos no son los tuyos / desde qué hora el
bordón, al ser portado, / sustenta y no es sustentado. (Neto.) //
"Y era negro, colgado en un
rincón, / sin proferir ni jota, mi paletó / atodastA".
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