miércoles

Apuntes II

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A la luz de lo vivido a partir de mi regreso, nada me dice la designación del candidato del PRI como presidente electo. Era curioso, desde luego, ver en la televisión del hospital o de la casa a los candidatos y a sus colaboradores sobre quienes pensé y escribí tanto tiempo.

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El soundtrack de la campaña lo fueron Bob Dylan, Neil Young, Patti Smith, Spinetta, Fito, Silvio, Sabina, Sigur Ros, Radiohead. Toodo el tiempo.
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Sólo por curiosidad reviso en internet el número de resultados que arroja la búsqueda entrecomillada de mi nombre y el del candidato ganador juntos: casi 90 mil reproducciones de notas y crónicas. Más de lo que he publicado en los 18 años justos que llevo de reportero.


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Desde la campaña escribí dos perfiles para Monterrey: el de Liliana Flores Benavides y el de Alicia Reyes. Recuerdo escribir el primero, en la portátil, un día libre en una banca de Paseo de la Reforma. Fumaba y me sentía feliz. 

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A mi regreso, alguien me dijo que había quedado harto con otras coberturas electorales, que porque todos los mitines eran lo mismo. No lo quise contrariar. No es cierto, desde luego. Para nada.

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Detalles caseros: ir al Wal Mart con Osvaldo, comidas de faraones que nos hacía David, encontrar la ropa planchada por la Machuchona, mujer pretenciosa, y mi café, claro.

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Nunca he pagado tacos tan caros como en El Charco de las Ranas, con David.

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Quedé asqueado de las columnas de algunos medios. Hoy vivo año sabático de ellas.

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Me gustaba mucho viajar por la ciudad en el Metrobús, no así en el Metro. Hasta en sus estaciones me perdía: #provincianosinfin

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Amaba ir a El Péndulo Roma, a la librería Bella Época del FCE y a las de segunda mano. Pablo quedó en llevarme a otras, pero ya no hubo tiempo. Sí, en cambio, vimos volar papalotes en el Zócalo, bebimos mezcales en Coyoacán y comimos tacos en un montón de lugares.

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Pablo se portó como un hermano. Me hacía mucha falta verlo y salir con él, caminar la ciudad. Fue mi gran balsa para no perderme en aquella cobertura.

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Cuando Roberto nos dijo que debíamos enviar twitts de lo que veíamos en los mítines, los que de alguna manera nos servirían como guiones para nuestras crónicas, solía enviar alrededor de setenta.  Un día, un editor me dijo: "no te preocupes, ya armé la nota con tus twitts". Me puse a la defensiva.

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Gran aprendizaje: nunca te enemistes con los que hacen lo posible por arruinarte el trabajo, porque un día irremediablemente los necesitarás. Totalmente cierto.

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Fue maravilloso leer a JEP en el  DF. Cuando leí en el Metrobús los versos "Soy y no soy aquel que te ha esperado / en el parque desierto una mañana" lloré mucho rato sin poder parar. Iba a una rueda de prensa en el CEN del PRI.