domingo

Al pie del WTC


 6 de mayo 

DF.- Manos levantadas, sonrisas. Todos ponen cara de ganadores a su llegada al primer debate al World Trade Center. Enrique Peña Nieto trae una corbata de rayas en la que no renuncia al rojo. Josefina Vázquez Mota, a medio cristal, lleva traje y se ve maquillada en exceso hasta traer chapas.
Andrés Manuel López Obrador, de traje oscuro, llega sonriente, y Gabriel Quadri, de mirada severa, también de negro, parece concentrado.

Los candidatos a la Presidencia de México llegan puntuales a sus horas respectivas a partir de las 18:00 horas. Con ellos, sus invitados y asesores.

Los primeros en llegar ayer a los alrededores del WTC son los del movimiento #QuitaAnuncios, esfuerzo civil que combate el pendonismo. Que los más sucios son los del PT, dicen, porque sostienen toda su propaganda en puros plásticos.

Más allá, el tradicional Tianguis de la Nápoles, a unos pasos del complejo. Ahí, sin dejar de atender a sus potenciales clientes, habla una de las locatarias.

“La verdad es que ya ni friegan, porque una bien que está aquí desde las cuatro y media de la mañana y no fueron para avisarnos días antes de que no podíamos venir.

“Orita en la mañana vino uno a decirnos que no íbamos a poder estar, pero pues tanto le insistimos que nos dio chance pero nada más hasta las cuatro y sin cerrar la calle”.
Que para qué debaten los candidatos sobre cómo sacar a la gente de la pobreza si lo que hacen no permiten trabajar a los demás, filosofa.

Una de sus compañeras le dice en voz baja que ya no esté perdiendo el tiempo. El dicho de la locataria lo confirma Iván, hijo del delegado que organiza a los 300 puestos del tianguis en el que las fritangas, las sesiones de maquillaje, la ropa y los accesorios de celulares son los fuertes.

“Lo bueno es que no dejaron trabajar, comprendieron, porque ya estábamos aquí con todas las cosas”, comenta el chico son dejar de freír las doradas.

Ellos se van usualmente a las ocho, pero ni hablar, la vialidad será cerrada y a ellos no se les permitirá estar más allá de las cinco. Los candidatos presidenciales necesitan espacio, les dijeron, lo mismo la vigilancia estimada en decenas de federales y policías capitalinos.

Los comerciantes sobre la calle Minnesota, frente al acceso del Pepsi Center por donde ingresarán los aspirantes y sus equipos, llevan padeciendo más tiempo la incomodidad. Las vallas de seguridad se las pusieron desde el viernes y esa vialidad se mantendrá cerrada desde las cuatro hasta las once de la noche.

“Y todo para que repitan lo mismo de hace un mes, oiga, como que no”, afirma el empleado de un hotel ubicado al frente del WTC.

Desde temprano, la vigilancia es intransigente: nadie puede caminar por la acera aledaña al complejo capitalino ni andar por en medio de la calle. Por la acera de enfrente, nada más. Les han dicho, según uno de los oficiales, que las medidas deben ser extremas, por ello la revisión exhaustiva de los autos que ingresan al estacionamiento y los filtros de seguridad en el acceso del recinto que, el próximo viernes, Bob Dylan llenará con su música legendaria. Los de una expo de instrumentos dental, en tanto, deben abandonar el recinto antes de que comience el debate.

Algunas tímidas simpatizantes de Josefina son las primeras en rondar hacia el mediodía el WTC, repartiendo volantes. En tanto, los peatones que circulan al frente del edificio hablan del candidato de su preferencia pero, al llegar a la esquina y dejar atrás el operativo de seguridad, el tema ya es otro. La discusión electoral de los de a pie, pues, dura dos cuadras.
“¡Payasadas!”, grita uno al que le molesta que lo suban a la banqueta y no poder caminar por la calle.

Los federales comen a escondidas, bostezan como leones y se les van las miradas aburridas en las faldas cortas de las chicas que pasan. Los equipos de los candidatos llegan a cuentagotas. La expectativa es alta.
Al rato llega Eusebio Gómez, un desempleado de 69 años al que dizque le nació hacer muñecos del candidato priista: “Peña Man”, les llama, y los vende a 220 pesos.

“A lo que ha llegado el PRI”, dicen con suspicacia algunos mirones.
En eso, simpatizantes del tricolor, llamados Chaviza revolucionaria, llegan con porras. Serán los mismos que, ya con los candidatos en el debate, se enfrenten con perredistas. Parece que las cosas se saldrán de control: hay empujones, mentadas de madre y alguna que otra patada. Los federales llegan de inmediato, los priistas se van pero en eso arriban los panistas. Nueva batalla de consignas, porras.

“¡No más Bejaranos, no más Bejaranos!” y “¡Josefina, Josefina!”, gritan los albiazules, y los de la izquierda gritan “¡No más sangre!” y “¡Es un honor estar con Obrador!”.
Los de la izquierda, de menor número, desisten, se ponen a ver el debate en una manta en la que se proyecta el programa. Los panistas echan porras cuando habla AMLO y los de la izquierda le bajan al volumen cuando habla Josefina Vázquez Mota.

Hay gente de Texcoco que demanda con cartulinas que el gobierno de Felipe Calderón frente “su guerra”. Por su parte, reporteros sostienen una manta: “Alto, no disparen. Protesta pacifica por los periodistas asesinados”.

Los colegas políticos de los candidatos se sienten en alfombra roja y no quieren dar declaraciones. De los primeros, Pedro Joaquín Coldwell, Beatriz Paredes, vestido de súper rojo y súper contenta. A los panistas se los trajeron en el Pinabus, pero Ernesto Cordero llega barriéndose lo mismo que Margarita Zavala.

Nico, el asistente personal de AMLO, revisa personalmente en el vestíbulo del WTC la lista de invitados.

Ya adentro, los candidatos en debate se tiran con todo y cartulinas que, como magos, van mostrando. Sus equipos se habrán estrujado las manos frente a los golpeteos, lo mismo que la parentela de Josefina y la de Peña, aunque la hija del candidato, mimada, saldrá bailando al término del debate a ritmo de las canciones que hablan de su papá.

Curtidos en batallas, quizá no sudaron mucho los colegas de AMLO: salieron frescos y sonrientes como llegaron Elena Poniatowska, Laura Esquivel, Rosario Ibarra de Piedra, José María Pérez Gay, pese a andar en silla de ruedas y con collarín, y Juan Ramón de la Fuente.

De Josefina, salen sin decir nada Gustavo Madero y Santiago Creel, quienes al entrar al edificio antes del debate pasan imperceptibles ante las porras que sostienen Xóchitl Gálvez e Isabel Miranda de Wallace. De Quadri nadie dice nada y de Peña sólo habla Beatriz Paredes. A nadie se le ve la derrota por venir en el rostro. Son días de ilusión.

Tan pronto termina el debate, el primero en salir es Peña a toda velocidad. AMLO, por su parte, sale a pie. Empieza el rechinar de vallas por su retiro inmediato.

“¿Cómo quedó?”, le pregunta un federal a otro.

“Ps, ni sé, que ganó Obrador.  Ya chale con ése, otra vez”.

“No, güey, el partido, Tigres-Morelia?

“Tres cero Tigres”, pone cara de fuchi.

“Chin”, lamenta el otro oficial.
En realidad el marcador quedó 4-1. Tigres.