domingo

El puente de las ilusiones

1 de mayo


DF.- Un grupo entona música de banda sinaloense en los patios del CEN del PRI mientras los trabajadores hacen guardia a la espera del candidato Enrique Peña Nieto. Algunos no dejan de agitar las matracas, otros resoplan fastidiados unas cornetas pequeñas y unos más beben cervezas en las aceras.
Otros, a manera de juego, ensartan banderines de su central obrera en los traseros de sus compañeros. Así, entre tragos y albur, la clase trabajadora en México celebra su día. Es 1 de mayo, los mártires de Chicago han quedado muy atrás y sepa Dios quiénes hayan sido, pero ahora lo importante no es el desfile, sino la presencia del candidato presidencia en la fiesta laboral.

Adentro, en el Auditorio Plutarco Elías Calles, poco más de mil obreros intentan pasar el rato mientras esperan a Peña. Los de la CTM, gran mayoría, echan porras y se dan el lujo de silbar como para ver a qué hora empieza todo. Los de la COCEM y CTC lanzan las suyas, pero son apabullados. Puros hombres, muy pocas mujeres.

Al frente, en el escenario, van tomando asiento los líderes obreros. Abundan los cabellos entrecanos y teñidos y las gafas de aumento que hacen ver más grandes las miradas severas. Si un día antes el candidato del PRI convivió con niños, ahora lo hace con veteranos en serio. La política también es cuestión de extremos.

La guerra de porras se pone dura mientras tanto. Al estilo del Peje, la animadora convoca a invitar a amigos, familiares y vecinos a votar por Peña. Para al rato, sin embargo, las porras menguan y los silbidos crecen. Ya es mucho.

-Pero van a ver al candidato, se intenta reconfortar a uno del grupo de la maquiladora Tráiler, de Coahuila.

-“Eso sí”, murmura y agrega que espera el anuncio de un aumento salarial.

-Pero no es presidente.

-“Pero lo va a ser”, contesta, convencido, y la da vuelta a la matraca. Salió con su grupo el viernes, se vino puebleando y los levantaron a las cuatro de la mañana.
“Pinche puente, ¿a poco no?”, ríe y el grupo asiente.

Adentro, los líderes de agrupaciones presentadas por sus puras siglas y que antes manoteaban al charlar, ahora se remolinean en sus sillas, luego se paran. Unos se agitan la camisa, acalorados, y otros de plano abren y extienden piernas como el líder ferrocarrilero Víctor Flores, quien al final del evento saldrá diciendo que olvidó su cartera o algo así. Se veía mal.
Media hora de retraso de Peña. Los líderes tuvieron suerte. El candidato llega literalmente corriendo y entra al escenario junto al presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell; el líder de la CTM Joaquín Gamboa Pascoe, y la candidata a Jefa de Gobierno Beatriz Paredes.

El líder priista se pone emotivo en su participación: “En su abrazo sincero (el de Peña) cabemos todos”, dice. Los trabajadores atrapan la frase en el aire, la reconstruyen y carcajean. Beatriz habla sobre las instituciones emanadas del priismo y Don Pascoe, sin duda, es el gran intermedio. Hasta sus propios sindicalistas ríen y hacen ruidos cuando el viejo líder titubea al dar el nombre del partidazo; cuando echa de gritos para que lo escuchen o le llama “hermosa dama” a Beatriz Paredes, así como al evocar que al líder nacional del PRI lo conoció de joven.

“¡Qué nos pueden contar a nosotros de los problemas económicos de México si somos los que más hemos sufrido!”, grita Pascoe y todos le aplauden.

Peña les dice que qué años ha vivido México, que con él lo mejor, que primero las reformas (las mismas que el Congreso del Trabajo se resiste a aceptar) y pide apoyo. “¿Y el aumento? ¿No iba a anunciarlo?”, le pregunta una trabajadora a su acarreador y él no contesta: “Vámonos saliendo, vámonos. Derechito”

La chica se junta con otra, que casi la reprende por su ingenuidad: “Puras ilusiones, si ya sabes”.

Para quien sí fue un gran día fue para Antonio Urrutia, quien desde que estaba sentado en el escenario llamaba la atención. De traje, corbata fiucha y sombrero claro, este hombre risueño es líder del Sindicato Nacional de Toreros, Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares. Así.

“El PRI siempre ha apoyado la fiesta brava y dos gobernadores la apoyan fuerte: el del Tlaxcala y el de Aguascalientes, pues ya la declararon patrimonio cultural”, cuenta Antonio con su sonrisa fantástica. “El gobernador de Querétaro fue novillero y priistas como Adolfo Lugo Verduzco y Genaro Borrego han estado cerca de la fiesta”.

Que no se sintió menos por estar entre viejos líderes de miles de trabajadores, él que apenas aglutina 350, y que, con Peña, “la cosa está segura”.
Y se retira muy dandy, muy seguro, entre las calles tapizadas de latas y botellas de cerveza, y de banderines de trabajadores que, por lo menos, este día tuvieron ilusiones.

Puente, lo que se dice puente, no.

FOTO SUPERIOR: NOTICIAS DE TOLUCA