9 de
abril
PUERTO PROGRESO.- El olor a bronceador aún permanece en el aire, no así los papalotes,
que por arte de magia priista desaparecen del paisaje para que de fondo se vea
mejor el Puerto de Altura con su autopista de siete kilómetros sobre el mar que
conecta con cruceros y buques de carga al municipio de Puerto Progreso, en Yucatán.
Desde temprana hora sobre la Calle 19, aledaña a la banquetita que
sirve de malecón al municipio de casi 40 mil habitantes y que está situado a
poco más de 30 kilómetros al norte de Mérida, comienzan a llegar en fila los
camiones con las vallas, sillas y estructuras que decenas levantan para hacer
un escenario que, más que de evento político, parece de concierto de rock.
El evento: el arranque de campaña del priista Rolando Zapata por la
Gubernatura de Yucatán. La figura: Enrique Peña Nieto.
El lugar del show: frente al Parque de la Paz, a unas cuadras de un
circo cuyo payaso no hace reír nada, según los vecinos de la zona.
Los batallones de acarreados de diversos municipios, unos coordinados
por la CNOP y otros por juventudes priistas, arriban con matracas y cornetas y,
así vestidos, se meten a las aguas verdosas para pasar el rato y ante la mirada
de extranjeros de piel enrojecida y pechos y lonjas prominentes.
“¡Vente,
güera!”, le grita una mujer empequeñecida y caderona a una turista que, por
respuesta, le sonríe extrañada.
Empieza el show. Ya son las cinco de la tarde, el calor llega del mar
y unos comediantes gordos y morbosos empiezan desde el escenario dizque a
animar a la muchedumbre, que según organizadores llegará a 40 mil asistentes,
pero que para nada fue de 20 mil. Los gordos les llaman “puercos” a la gente,
que todo les celebran, y gritan que comerán panuchos el día de las elecciones
presidenciales.
Chicos con playeras que los identifican como fans de Peña Nieto, con
el nombre del candidato adentro de un corazón, se pasean entregando
“aplaudidores”, plásticos alargados e inflados. Otros sueltan globos: “¡Así ha
de volar México cuando tenga presidente priista!”, se pone cursi uno de los
animadores.
La batucada da inicio y la música promocional del candidato
presidencial, a todo volumen. Uno de los animadores agradece la prestancia de
la policía local. La verdad es que el propio Secretario de Seguridad Pública
del Estado, Luis Felipe Saiden maneja el tráfico y, según algunos, sus equipos
bloquean los celulares y la señal de internet a la llegada de Peña Nieto.
Ellos, a su vez, dicen que fue el Estado Mayor.
Entre copetudos, esos chicos que se ponen pelucas a la Peña Nieto,
llegan funcionarios del Gobierno de Yucatán, entre ellos los secretarios de
Hacienda y de Desarrollo Social de Yucatán, así como asesores. Toda la plana,
pues, en pleno día salarial. La locuaz Gobernadora Ivonne Ortega, quien dejará
una deuda descomunal, es la primera en llegar junto a Emilio Gamboa Patrón,
líder de la CNOP, seguidos por el candidato a suceder a la funcionaria, Rolando
Zapata, acusado hace años de alterar documentos electorales por órdenes de
Víctor Cervera Pacheco, figura roja del Mayab.
Atrás, repartiendo besos, posando para los celulares y estrechando
manos, un jovial Enrique Peña Nieto. Por alguna extraña razón, varias gaviotas
cruzan en ese momento el cielo, lo que a gritos hace ver uno de los animadores.
A Peña le lleva un mundo llegar al entarimado. Los animadores, entre
sus canciones ensordecedoras, lo llaman por su nombre. Ya quedó atrás el tiempo
en que el candidato era “El licenciado…”. No: ahora es un nombre, una marca.
“¡El que no aplauda no es del PRI!”, gritan los gritones mientras Peña
se deja querer. Se tambalean las palmeras de la brisa rápida ante el ocaso. En
eso, alguien dice que las avanzada del candidato tricolor y de Josefina Vázquez
Mota, quien estará en Mérida el miércoles, se encontraron en el Hotel Fiesta
Americana. Historia por contar.
Las porras están eufóricas al ver al chaparrito del cabello engomado.
Gritan como si en sus gritos estuvieran las posibilidades de salir por un
momento de su drama; también, de salir del tedio nacional en que se ha vuelto
la política: les llegó una esperanza de televisión.
Ya arriba, Zapata grita como porro, parece enojado cuando exhorta a la
gente a imaginar todo lo que se va alcanzar y todo lo que se va a poder hacer
con Peña en la Presidencia. Así lo dice.
Éste, mientras tanto, se agita la camisa para que le entre aire, se
seca el sudor con un pañuelo y no deja de saludar a la gente que cubre la
orilla de la playa.
El aspirante yucateco habla de las exigencias que le hará su pueblo de
llegar al cargo, pero se pone sumiso y dice que Peña también le exigirá también
cuentas.
“¿Verdad, candidato?”, casi le grita Zapata y Peña está en la chorcha
con su coordinador de campaña Luis Videgaray. El ex mandatario mexiquense ni
sabe de qué le están hablando, pero aplaude efusivamente.
Sigue Peña: que en los últimos 12 años ha crecido la pobreza, pero que
hará crecer al País tres veces (no dice cómo); que reducirá el hambre y que
disminuirá sensiblemente la inseguridad (tampoco).
Aclara que él no anda por el País haciendo promesas que no cumplirá ni
arrancando sonrisas fáciles. La “juventud” de la CNOP suspira y hace sonar las
matracas. Todo es celular en lo alto, flashes.
“Pero las cosas no llegan por suerte ni por inercia ni por arte de
magia”, advierte Peña, eufórico, y convoca al apoyo. Luego, que volverá muchas
veces y pide a Yucatán que lo haga hijo adoptivo. Lo que hace en todas las
entidades.
“¡En mi casa hay un lugar para ti, papito”, le grita una señora
entrada en años, lo que sus hijas le celebran.
Tras gritar el “¡Sí se puede!” característico del panismo luego de
preguntar varias veces, a la manera de la izquierda, que si estaban de acuerdo
en avanzar con él y hacer un cambio, el priista baja y, si se le fueron 20
minutos en el escenario, anda más de 40 saludando a la masa emocionada.
Herminia, de Progreso, dice recordar poco de lo dicho, pero le falta tiempo para
describir lo guapo que es.
“Nomás faltó ‘La Gaviota’”, ríe a carcajadas y se va con su marido a
comer churros en la feria que todas las semanas santas se instala en el puerto.
Hay rueda de la fortuna, canastillas, caballitos.
Otra feria a disfrutar luego de un circo más en Puerto Progreso. Todo
fue un éxito, aun y cuando en el malecón hay un anuncio de que el Artículo 9
del Reglamento de Comercio impide la entrada a vendedores ambulantes. Muy
tarde.
Se fue
la música, se quedó el PRI
10 de
abril
Nada queda sobre la Calle 19 del malecón de Puerto Progreso tras la
puesta en marcha el lunes de la campaña por la gubernatura del priista Rolando
Zapata y del apabullante cortejo de su compañía, la estrella del partido
Enrique Peña Nieto.
Un contingente trabajó toda la noche de ayer en retirar la
escenografía que evocaba a un concierto de rock. Para las ocho de la mañana del
martes sólo quedaban la brisa, los gringos viejos haciendo deporte con sus
perros y los comerciantes que abrían una vez más sus negocios.
Ellos y Tomás, policía turístico, quien muy temprano inició sus 20
vueltas al malecón de apenas un kilómetro. A él y a sus siete compañeros de la
policía turística les tocó custodiar el griterío del mitin tricolor. No estaban
solos, desde luego.
"Nooo, había 300 policías estatales, 150 de cada turno,
dobletearon, y los 150 de Progreso. Es que era un pinche mar de gente, usted lo
vio".
Pues sí, pero no los 50 mil asistentes que dijo el PRI Estatal. Tomás
calcula acaso 10 mil personas.
"Y a chingazos, porque eran como 300 los autobuses de los
acarreados, mucha gente de los pueblos que, pobrecita, ni español hablaba, puro
maya.
"Ahí afuera (apunta hacia el local de la policía turística,
frente al malecón) unas se quedaron dormidas, como que las dejaron a su suerte,
pero tampoco les dieron nada. No, pura agua. Son las lideresas las que ganan
con esto: terrenos, dinero. La gente jodida, jodida se queda".
Esmeralda es de Progreso y, como decenas, llegó con amigas sólo a ver
a Peña. Le dijeron que estaría ahí, que si llegaba temprano podría saludarla a
ella y a sus amigas.
“No”, ríe la chica, delgadita y de cejas muy amplias. “Le gritamos
mucho, pero él se fue a otro lado, con las de Umán”.
Pero en realidad desconoce las propuestas del priista. Ella, sin embargo,
acudió por su propio pie. Otras, como Yadira, de Acanceh, la tuvieron horas
moviendo globos y enfundada en camisetas promocionales.
“¿Traes dinero para una coca?”, le pregunta a su madre, igual de
ataviada como fan de Peña, pero la mujer niega con la cabeza y agita en
automático el globo.
Tomás está molesto. Dice que le ha pedido a su jefe pagarle el
dobleteo: trabajó 24 horas seguidas por un evento musical previo a lo de Peña
Nieto y, en el día del “musical” del PRI, llegó a las seis de la mañana para pasársela
únicamente a la vuelta y vuelta.
"Y ahora, mire: otro evento, de un grupo musical", afirma y
señala a un puñado de trabajadores que montan una tarimita, pálida en contraste
con el show priista.
El policía turístico duda de todos los políticos. Dice que, cuando se
"empluman", olvidan sus promesas hechas durante los acarreos.
"Nada, no vuelven", asegura y mira hacia la Calle 19, ya
libre de vallas y simpatizantes.
"Dicen que Progreso es priista, pero porque aquí se mueve mucho
la corrupción. ¿Sabía que el director de policía municipal es pariente de
Ivonne (Ortega)? Igual el subdirector".
Les cobran hasta por la chaqueta que usan en época de frío: 140 pesos,
agrega, la cual fue anunciada a la prensa como donación de la autoridad.
"Los únicos que ganaron con el mitin fueron los comerciantes,
porque muchos vendieron con el evento del PRI. Los que se fregaron fueron los
turistas, que se fueron temprano"
Una vendedora de fritangas y refrescos cercana a donde fue el evento
afirma que le fue más que bien. Otro, en cambio, dueño de un restaurante frente
al malecón, debió aceptar que el contingente tricolor le estacionara sus autos
en su propiedad y le instalara pantallas de plasma para ver el evento. Hubo
molestia, además, por tantas desviaciones por parte de la policía, al servicio
del partidazo.
“Son cosas que uno tiene que aceptar, no pasa nada”, comenta el
restaurantero, prudente. A otros les fue mucho mejor, porque cuando se trata de
comer y beber a gusto, los empleados de los políticos se pintan solos.
Tomás, el policía turístico, asegura que "la Revolución le hará
justicia" porque un pariente jugará para alcalde del puerto. Ahora sí,
dice, a ver si le toca algo.
"Nada más me la he pasado viendo: voy por lo mío", ríe.
Así, un día después del show en el que el candidato presidencial
prometió hacer crecer tres veces al País, abatir el hambre y la inseguridad, y
donde remarcó que él no anda haciendo promesas que no cumplirá ni arrancando
sonrisas fáciles, en Puerto Progreso los turistas volvieron a bañar a sus niños
en las regaderas del malecón; las exuberantes presumieron cuerpo en las aguas
verdosas y los gringos tostaron piel.
Y Tomás espera que ahora sí le toque algo. Igual la gente que acudió
al mitin. De a gratis.
Se fue la música estruendosa, se confirma. Se quedó el PRI.