viernes

El último mitin


27 de junio

MONTERREY.- Bien pudo no haber venido. Que Nuevo León fuese la sede del cierre de campaña del candidato presidencial Enrique Peña Nieto, tras decenas de mítines, todos iguales desde que empezó la campaña en Jalisco, es un acontecimiento que, más que un privilegio, suena a presión de acuerdo a viejos priistas locales: aquí debe ganarse, sin pretexto y pese al desencanto por el gobierno de Rodrigo Medina, lo que aún está por verse.

Y, bueno, también porque en días pasados AMLO cerró con una asistencia histórica para la izquierda en la entidad, lo mismo que Josefina Vázquez Mota gracias, qué duda cabe, a Intocable.
Así, el hombre que durante tres meses de campaña debió mantener la etiqueta de ganador; que olvidó títulos de libros, la corrupción en el estado que gobernó y hasta el motivo de la muerte de su esposa, y que nunca acabó de entenderse con la juventud ni menos marcar una verdadera raya con el jurásico de su partido, llegó ayer puntual a su cita con los nuevoleoneses. Proveniente de Toluca, su penúltimo cierre, compartió escenario en la Explanada de los Héroes, entre otros, con Felipe Enríquez, candidato a la Alcaldía de Monterrey, amigo personal, operador suyo y hoy en el ojo del huracán por enriquecimiento súbito en tierras de otra priista polémica: Ivonne Ortega.

A la distancia, un muy serio Gobernador Rodrigo Medina y su esposa, así como Cristina Díaz, Secretaria General del PRI; Luis Videgaray, coordinador de la campaña, y candidatos a legisladores.
Bajo el intenso calor del verano regio, incluido el de la inseguridad, lo que obligó a revisiones exhaustivas para ingresar al área, Felipe fue el primero en hablar sobre el templete ubicado en la plancha frontal al Palacio de Gobierno. Dijo que las del PRI eran las mejores campañas, porque eran más cercanas a la gente. Él, un eficaz operador de acarreos, dijo que el 1 de julio su partido ganaría la elección.

Luego, lo que algunos leyeron como el anticipo de la batalla local que se avecina… contra el Gobernador.

“En Monterrey el principal problema es la inseguridad, los regios están cansados de excusas y pretextos, quieren soluciones”, aseveró. “Como presidente municipal me comprometo a regresar la paz y la tranquilidad a nuestro querido Monterrey, tendremos acciones claras y contundentes, con una sola policía, con un general, con el apoyo de Enrique Peña, con mil 800 militares y marinos”.

De hecho, decenas de simpatizantes de Felipe llevaban una imagen de tamaño natural de un soldado que decían “Monterrey Seguro”. La Sultana del Norte en estado de sitio.
“Lo que menos quiere Rodrigo es que Felipe gane la alcaldía”, dijo una fuente oficial. “Va a ser un gobernador chiquito con mucho dinero y le hará ver su suerte al gobernador los años que le quedan en la administración. Ya lo verás”.

Felipe terminaría su mensaje con salivosas alusiones en favor de Peña. Él, por su parte, le devolvería el favor: si a Medina lo llamó el primer priista del Estado, a Felipe, su amigo.

Pero, Medina, el otrora golden boy de la política mexicana, en contraste en la mañana con el Gobernador del Estado de México Eruviel Ávila, no habló.

Peña, visiblemente a fuerza y con tibias respuestas por parte de los asistentes, no vino a aportar nada nuevo con su discurso vacío y de oratoria anticuada, y que va dirigido más a las cámaras a modo (aunque el pool de reporteros que siempre lo sigue no fue traído a Monterrey) que a los miles de simpatizantes transportados desde temprana hora a la Macroplaza y que lucían, todos, playera y gorras nuevas. ¿Cómo puede un hombre repetir lo mismo, sin énfasis alguno, en 90 días? Pregúntenselo a Peña.

"Quienes habrán de ganar con este proyecto serán cada uno de los mexicanos”, dijo, triunfalista, tras enumerar algunas de sus propuestas. “Que las familias mexicanas vivan con mejores ingresos, que sean mayores, ése es mi compromiso que con su apoyo voy a cumplir", dijo.

Sin textura el priista refrendó los compromisos que hará realidad en Nuevo León, eso si gana, si se aprueban las reformas estructurales y sin llegan a la grande los candidatos a gobernadores y a diputados federales; bajar las tarifas de luz eléctrica, seguros de vida para jefas de familia, sistema de seguridad social universal que incluye acceso real a la salud, seguro de invalidez, seguro temporal de desempleo y una pensión por ley para el retiro para adultos mayores de 65 años. Promesas que quién sabe cómo financiará.

Vaya aplausos. La gente, insolada y enterada ya que después del mitin disfrutaría de Pesado y Gloria Trevi, respondió poco a los escasos énfasis del candidato. En comparación con otros mítines, incluso el que se llevó a cabo en abril en la Arena Monterrey, éste sin duda fue el peor.


Después, en el momento en que pudo haberse puesto más emotivo, Peña se comportó más frío que un refrigerador.

"Quiero aprovechar este último encuentro público dentro de esta campaña para agradecer a todas las entidades del País, a todas las ciudades que tuve oportunidad de visitar, agradecerle a la gente y a todos los mexicanos que a través de los medios me permitieron llegar a ellos con mi mensaje, con mi propuesta, para que conocieran del compromiso que estoy haciendo para que México tenga mejores condiciones.

"Quiero agradecerles a todas y todos la gran oportunidad que me dieron de conocer mi propuesta, su respaldo y su voto de confianza para que podamos lograr el triunfo y emprender el cambio con rumbo para todos nuestro País", dijo y, distraído, debió volver en dos ocasiones al micrófono para expresar más de esas frases que le caracterizan: llenas de oquedad.
El calor arrecia, los acarreados se distraen todavía más. Foto oficial con los candidatos locales. Poquito a poco, Medina fue hecho a un lado.

Y al fin el fin. Se acabó la campaña. Nada de trascendencia, nada de relevancia a excepción de lo que parece inevitable: el para algunos tan temido regreso del PRI.


Aquí, dada la tibia respuesta de los asistentes, ni las gaviotas le cantaron a Peña.