domingo

Despertar bajo el agua


15 de mayo


CAMPECHE.- Cuando Yolanda, una de las asistentes al encuentro ciudadano con el que Josefina Vázquez inició su jornada ayer en Campeche, le dijo en su turno al micrófono que debía ser más agresiva porque veía su campaña muy apagada, textual, algunos de los presentes vaticinaron, de nueva cuenta, un día negro para la candidata.
“Dígale a sus coordinadores que se pongan las pilas”, pidió la mujer, al parecer preocupada de manera honesta por el rumbo de la campaña panista, y Josefina le sonrió.

“Claro que sí”, musitó entre aplausos del público, en su mayoría mujeres, que asistió este día al casino de Ciudad del Carmen. Ahí, entre esposas de petroleros aburridas que amamantaban a sus hijos, comían fritos o les tronaban los globos en las manos que algún inconsciente les repartió quién sabe para qué, Josefina prometió lo de todos los días y se dijo diferente a los corruptos.
Sin embargo, como si las palabras de Yolanda le hubieran servido de aguijón, de pronto calificó a su rival Enrique Peña Nieto de no tener vergüenza al pedir investigar a Humberto Moreira, cuando éste fue el que lo ungió candidato presidencial, y pidió impedir el regreso de la “pandilla” (caló lopezobradocista) en referencia a los priistas, entre ellos al puñado de gobernadores polémicos: Marín, Ulises, Montiel y el mismo Moreira.

Para finalizar, Josefina instó a redoblar esfuerzos azules: “No tenemos ni un día que perder, cada día cuenta y no regresa. No lo hagan por Josefina Vázquez Mota: háganlo por sus hijos, por sus familias. Salgamos a cada cuadra, a cada casa, a cada rincón, porque no hay mejor promoción que la de boca en boca”.

Ya para entonces, La Jefa, como les gusta a sus asesores que le digan, habrá tenido noticias del dardo mañanero de su archienemiga Elba: en pleno día del maestro la llamó vil. Tocó el punto en entrevistas con medios locales, pero no tanto: es evidente que la idea no es hacer de la campaña un ring. Simplemente es traer a colación, a la hora de los discursos, a su villana favorita.

Por la tarde, durante una comida en la capital del estado con empresarios campechanos que degustaron pan de cazón y en la que no faltaron los memorizados pasajes humorísticos de motivadora profesional que la hacen ver de todo menos de candidata presidencial, Josefina habló de que Campeche merece un nuevo aire en su industrialización pesquera, petrolera y turística. Al término, se dio tiempo para darle un “llegue” a Elba, lamentar la muerte de Carlos Fuentes (por quien pidió un minuto de silencio en la comida, aunque nada dijo de que, en vida, el autor de La Región Más Transparente no daba un peso por los candidatos principales) y negar, una vez más, que su coordinador Roberto Gil vaya a salir del barco que, para algunos, todo el tiempo hace aguas y parece ir en picada.

Ya en el cierre de su jornada, en el zócalo de Campeche, un chubasco impresionante se dejó venir y los organizadores se miraban unos a otros viendo a dónde correr. Pero Josefina actuó distinto: en compañía de candidatos locales, caminó hacia el escenario saludando con ambas manos, en tanto su corto cabello se escurría sobre su rostro y, de su vestido blanco, salían arroyos.

“Esta lluvia es buen signo”, gritó, diferente. Es signo de que ganaremos la elección con el voto de todos los mexicanos“.
La Jefa había llegado. Los cerca de 3 mil simpatizantes y acarreados se aproximaron al escenario y la escucharon hablar durante más de 20 minutos. Lo hizo pausada, tranquila bajo el diluvio. Habló de los apoyos que vendrán, en caso de ganar la Presidencia, para los estudiantes, para las madres solteras, para los hombres que buscan empleo. Sin muletillas ni frases exageradas, la gente, por lo menos en esta ocasión, la escuchó.

Esa tarde, Josefina prometió porvenir, ahora sí, con el agua hasta el cuello. Parecía otra.