lunes

El Sitio de Peña


22 de junio
(Con Lev García)

CUAUTLA.- Todo parecía previsible. Una y otra vez las mismas canciones, una y otra vez. Así sean cien veces. Más.

Así han sido estos casi tres meses de campaña del aspirante presidencial por el PRI Enrique Peña Nieto: la misma música, las mismas promesas, los mismos ademanes. Incluso lo mismo que la primera vez que vino a Morelos, a Xilotepec, y por lo que decían que, si no volvía, los morelenses no votarían por él.

Cuautla, el mitin de ayer, el de cierre estatal, parecía no ser la excepción. El largo preámbulo de besos, abrazos y dejarse tomar fotos, que desde el principio de la contienda lo hace, estuvo presente en esa ciudad de Morelos, entidad tomada por la delincuencia y gobernada por el PAN.

Luego, Peña empezó a subirse a vallas y muros para saludar. Lo usual. Siempre escuchando su nombre en canciones, en voz de los animadores o de la gente que, al tenerlo cerca, intenta aferrarse a sus brazos, al punto de dejarlo con arañazos y ampollas.

Para cuando Peña llegó al templete situado en una cancha de la Unidad Deportiva José María Morelos, una hora tarde y en medio de la ´cursi adaptación de la canción "Gloria", ya estaban recalentados los miles de simpatizantes, acarreados en camionetitas, muchos del Partido Verde Ecologista, quienes por lo menos hasta poco antes del mitin permanecieron en el evento.

Más tarde, al menos 4 mil militantes se salieron diciendo que se había roto la alianza con el PRI por no haber sido incluidos en el templete. Al parecer, Peña no se dio cuenta del éxodo verde ni tampoco que los organizadores del evento obsequiaban bolsitas con agua para paliar la sed que lanzaban a una lona puerca. Las bolsitas tenían la frase Orden y Progreso, característica de la campaña del candidato a Gobernador por Morelos Amado Orihuela.

Con voz del inolvidable cómico Resortes, el aspirante estatal fue el primero en tomar la palabra. Si ha habido un discurso largo y anticuado en estas campañas fue el de Orihuela: comparó el proyecto peñista con el Sitio de Cuautla, episodio patrio protagonizado por José María Morelos. También, al candidato lo comparó con Juárez, con Zapata. Desmedido.

Desmedido, aunque para Julieta Ana María y Lina Martha Manrique Zapata, nietas de Emiliano Zapata, presentes en el evento, Peña es la encarnación de los valores del caudillo.

“Ah, no, López Obrador no. Ése lanza la piedra y esconde la mano, en cambio Peña Nieto es alguien honesto, sincero. Seguro va a hacer un gran gobierno”.

Ellas son hijas de uno de los tantos hijos reconocidos de Zapata y, un bisnieto, Ulises Manrique, es candidato a diputado local por el Verde. La estirpe revolucionaria se volvió ecologista.

Acompañado por diputados locales y federales, Peña tomó la palabra (no sin antes disculparse por su voz ronca) y quizá tampoco vio que unos ancianos estaban al lado de unas mantas que decían “Yo también estoy inconforme y encabronado. Soy joven y estoy con Peña. Quiero un cambio de verde”.

Y el montón de propuestas, como la de la reducción de las tarifas eléctricas, todas de acuerdo a la aprobación de las reformas estructurales. Si no, quién sabe. Nunca ha dicho tampoco de dónde sacará el dinero para financiar portátiles con acceso a internet para todos los niños de quinto y sexto año de primaria, las pensiones, los seguros, los vales de medicina, las viviendas.

Los exhaltados asistentes, casi todos con playeras del PRI y del Partido Verde, algunos con letreros como "No somos 132, somos millones", aplauden aleccionados.

En eso, un montón de jóvenes del PRI bajan raudos las gradas. Peña, en su monólogo tedioso, no se da por aludido. Los chicos, identificados por los organizadores como grupo de choque, fueron a hacerles frente en el exterior a un grupo del #YoSoy132, apenas 50, contra cientos. Los temerarios estudiantes la pagaron con golpes en la cara, botellazos, agua en las cartulinas.

Peña siguió muy rápido en su guión y, al final, pidió un voto de confianza. Por él y por los candidatos locales. Para cuando habló de los compromisos locales: modernizar una carretera, construir un auditorio local, promover el turismo, y terminar la Autopista Siglo 21, que conecta a Edomex con Morelos, ya la mayoría de los asistentes se había ido.

“Hoy me voy como candidato, mañana espero volver como presidente de todos los mexicanos”, expresó, mientras la animadora del evento reunía quejas sobre ancianos, niños y tarjetas perdidas.
Y van los 40 minutos de despedida, de besos, de fotos que aprovechan los escasos que se quedan, porque la mayoría ya ha puesto pies en polvorosa. Nadie aguanta casi tres horas sol.
Los fanáticos estrujaron al candidato, forcejearon con él, casi le torcieron el cuello. Tras tanto relajo, Peña acaba con la manga destruida y termina estampando su firma en el busto de una joven. Él cumple con lo que le piden.
Al parecer no se percató de todo lo nocivo que pasó mientras hablaba de sus propuestas que nunca ha sabido decir cómo cumplirá. Pero, para los organizadores del mitin, el sitio de Peña, parafraseando el de Cuautla, de Morelos, salió perfecto.
Afuera, ríos de acarreados en fuga. Y un puñado de jóvenes, con su verdad en cartulinas, lastimados y heridos. Así fue el sitio de Peña en Cuautla.